Sufro de empatía. Me lo he diagnosticado, pero no me voy a poner tratamiento. Cuando todo va bien, es genial, te ries con el de al lado, haces bromas, tienes cara de caramelo, los dientes son más blancos, el cielo más azul..., pero cuando de pronto algo se trunca.. oh oh oh, lo ves venir de lejos, los dientes han desaparecido, lo azul se vuelve gris, la cara se alarga, el cuerpo pesa, los pies son de plomo. Y se acerca, y no hace falta hablar, silencio... y buscas palabras de aliento... y la mejor de tus sonrisas, intentas no decir frases hechas. Cuando lass palabra fluyen, te conviertes en Dumbo, no apartas la mirada, atiendes al más mínimo movimiento, tu cara intenta acompañar a sus palabras...
Y entonces piensas, todo son las malditas expectativas, decepción, el cuento de la lechera, la rana que sigue siendo rana... pero como explicar. Cuando alguien a tu lado sufre, sufres con él... pero sufrir por las expectativas no. Tengo un episodio infantil, que me curo de este mal... por lo menos de este, fue como ponerme una inyección contra falsas expectativas.
Ahora viene el cuento, de más pequeña quería una bici rosa, era mi mayor ilusión en la vida... la bici rosa. Todas mis amigas del cole tenían una, y cuando llegaba el verano se iban a sus pueblos con sus bicis no rosas, y volvían en septiembre y yo me moría de envidia. Ni tenía pueblo, ni bici.. y además mi cumple era en verano y no podía llevar sugus... un desastre infantil en toda regla. Llegó el cumple, y mi hermano me chivó que me habían comprado la bici rosa, toda la noche sin dormir, ya me veía por la calle con la bici, verano azul... qué feliz! Me levanté muy temprano, me puse el vestido de cumpleaños y esperé sentada en el salón a que la bici llegara, pero no llegó. Mi madre me dió varios paquetitos, y aquello no eran las piezas de la bici desmontada... que lloros, no había consuelo, mi hermano se reía, mis padres no entendían nada... sin comer, sin cenar, y solo llorar... Fué tan dramático, que en un episodio Scarlet, decidí que jamás, haría películas de la nada, y que si algo bueno llegaba sería estupendo, no quería volver a pasar por aquello, no quería volver a llorar....
Y funcionó.
Pero a ver, era muy muy pequeña. ¿Por qué la querría rosa? tampoco era una niña muy ñoña, no tenía otro remedio que jugar al tente, lego, exín castillos, clicks, airgamboys, scalestric y los juegos reunidos jeyper... no se, a saber...
Después me enteré que la envidiada era yo, porque mientras todas iban a sus pueblos, yo carretera y manta, con las casettes cantando las flechas del amor, volare cantare, my way, love is in the air... con pasaporte, caramelos raros y muchas fotos que pegar en el album...
Siempre que hay cervecitas por en medio, aparece el manillar de la bici...