Hace unos fines de semana me invitaron a cenar mis colegas de Hispalinux, gran honor, una femina entre tanto varón, raro, raro. La velada se presentaba inquietante, por un lado estaba encantada porque me invitaban, pero por otro lado me encontraba inquieta, por el momento no soy linuxera, aunque prometo migrar, lo que me producía bastante desazón, pensé de todo, ya verás no me voy a coscar de nada de lo que hablen, puff, ya verás, ya verás.... blablabla...
Pero todo fue estupendamente, durante la cena alguien, no recuerdo su nombre, lo siento, pregunto a los presentes, que con que distribución trabajaban (trozos del proyecto GNU, vamos el sistema operativo), y cada uno en su turno fue recitando: yo Debian GNU/Linux, yo Arch Linux, yo Gentoo, yo Mandriva... hasta que me tocó el turno a mí, ops y entonces, quise desaparecer, no se bien porque, bueno sí, ante una mesa llena de linuxeros tener que soltar que utilizo windowssssss, pues como que hace falta tener muy alta la autoestima o estar pelín grillada, bueno también utilizo mac ox... esto es por justificarme un poco, la verdad.
Salvado este trance, creo que todavía alguno piensa que demonios hacía allí una chica windowsera..., la cena fue genial, cenar chino que sepa a chino de verdad y rodeada de chinos, es algo raro en Zaragoza. Terminó la cena y fue hora de ir de copichuelas, entonces volvió a mí la desazón, y ahora ¿dónde iremos tan lejos de mi civilización?... Ya verás, vamos a ir a un sitio que te va a encantar, pero dónde? no preguntes, está cerca...Que misterio, dónde me llevaran? Cruzamos un par de calles y entonces lo ví, letrero luminoso Pub 0086 y debajo su traducción al chino. Estaba claro que la noche era china filipina. Entramos y parecía un sitio de juego clandestino, ay donde estoy... más chinos. Una cortina roja de burdel del sureste asiático que daba bastante grima... ¿pero dónde estoy?. La cortina ni la toque, pasé así como levitando, y trás ella... ahí estaba el pub chino, lleno de chinos. En un momento fuimos teletransportados no se si a Saigón o a Chinatown.
Lo que vi me gusto, y por fín me pude relajar, que contentos y felices parecían los chinos, con sus cubatas y su karaoke chino. No podía dejar de mirarles, con una sonrisa de oreja a oreja, ni hablar podía, solo mirar. Pero a los quince minutos de estar allí, se tornó insufrible. A la tercera canción del Bustamente chino de turno, aquello se pasó de divertido a inaguantable. Recuerdo mirar los televisores del karaoke con todas sus canciones iguales, el chino, la china, la otra china, y venga a berrear, acababa la canción y otra vez, y otra vez....
Volvimos a occidente, no pude parar de reir, una noche muy muy divertida y lo mejor fue, que me hicieron sentir china por un día. Otra forma de salida nocturna por Chinagoza.